Continúa de DE NO SER AMOR…
EXT. TERRAZA DE BAR MUSICAL. NOCHE.
SOPHIA está nerviosa, se revisa la colocación del sostén repetidas veces. Se audita el escote pegando la barbilla contra el cuello y poniendo una de esas caras espantosas que pone mucha gente en la playa al hacer ese gesto. Luego se atusa la papada momentáneamente deformada. Mira detrás de ella. Mira al frente, entorna los ojos, agudiza intentando vislumbrar algo lejano. Saca un cigarrillo. Resopla. Se lo intenta encender. Se le cae al suelo el mechero y empieza a rodar. Se agacha para recogerlo pero se le escapa.
Aparece, cruzando la esquina dirección a la terraza, RIMBAUD. Completamente vestido de negro y encogido de hombros. Con las manos en los bolsillos. Mira lo que queda visible de SOPHIA, que es; parte de su teta derecha, su hombro respectivo y su cuello. El mechero llega hasta él y lo para con el pie. Lo recoge del suelo. SOPHIA se incorpora de golpe con la cara roja y el pelo revuelto.
RIMBAUD: (Con el mechero en la mano) ¡Op! Qué sorpresa.
SOPHIA: (Traga saliva densamente) Hola.
R: (Le da el mechero) Toma.
S: Gracias.
R: ¿Qué haces aquí?
S: Fumar (Se enciende el cigarrillo). Beber (Señala su copa de vino).
R: ¿Estás sola?
S: De momento sí.
R: ¿Hasta ahora que he llegado yo?
S: (Niega con la cabeza dando una calada) Has llegado tú y sigo estando sola.
R: Hablas igual que mi exnovia.
S: (Robóticamente) Ja-ja.
R: (Sentándose a su lado) ¿Has quedado?
S: ¿Te he invitado a sentarte?
R: ¿Te molesta?
S: Si no me molestase, ¿te preguntaría “¿te he invitado a sentarte?” y levantaría el labio así? (Hace una mueca de desaprobación con la boca)
R: ¿Tienes una cita?
S: Sí.
R: ¿Con un chico?
S: Sí. (Se remueve un poco en el asiento)
R: ¿Le conozco?
S: No lo sé.
R: ¿Le conoces tú?
S: No carnalmente.
R: ¡Dios! ¡Has quedado por Tinder!
S: (Ofendida) NO.
R: Uf, qué alivio…
S: Por el adoptauntio.
R: Oh, no, Sophia, tú no…
S: Yo no ¿qué? No me juzgues.
R: Pero si estás casada.
S: (Suspira) Es fuck friday.
R: ¿Qué coño…?
S: Es el viernes más infiel del año.
R: ¿Cuándo, hoy?
S: Sí, el viernes anterior al black friday. Es cuando más gente pone los cuernos por disponibilidad. Después ya llegan las cenas de empresa y las reuniones familiares y no hay quien practique el adulterio.
R: Qué injusticia.
S: Ya, es un mundo cruel para los paganos…
R: No, qué injusticia que utilices una aplicación virtual de fornicio cuando estaba convencido de que iba yo primero para que usases mi persona con el fin de practicar lo pagano.
S: ¡Pues errabas!
R: Qué forma verbal tan rara esa.
S: Oye, en serio, ¿te quieres retirar?
R: No, yo no me rindo nunca. (Se saca un cigarrillo liado y se lo enciende)
S: ¡Ja! Si no haces otra cosa.
R: ¿Qué se supone que significa eso?
S: No lo sé, estaba probando suerte, sólo quería ofenderte. Aunque la verdad por la forma en la que pones los hombros parece que estuvieras en un estado de constante resignación.
Se miran con recelo. SOPHIA mira al frente y da un respingo.
S: Ah, mira aquí está.
Llega HEMINGWAY. Alto. Muy corpulento. Con una gran barba tupida y un jersey azul marino de cuello alto. Se aproxima pesadamente, como un gigante. Tambaleándose con el mismo movimiento que haría una torre de hormigón ingente antes de caer. Es lo más cercano a un villano monstruoso de una película de catástrofes japonesa.
Se sienta frente a ellos.
HEMINGWAY: (Carraspea y tose espesamente como si estuviera cargado de moco) Hola, mujer.
S: (Se levanta, hace una sutil reverencia) Encantada Varondandy barrabaja dos.
RIMBAUD sacude la cabeza abochornado y mira de arriba a abajo a HEMINGWAY con desprecio.
HEMINGWAY se sienta y mira fijamente a SOPHIA a los ojos, obviando la presencia de RIMBAUD.
H: ¿Te has traído a tu hermana de carabina, mujer?
R: (Carraspea) Soy su chófer, mandril.
H: Ah, eres un tío. Me habías parecido una mujer horrible, perdona.
R: No pasa nada.
S: ¿Qué tal? ¿te ha costado mucho llegar?
HEMINGWAY empieza a toser sonoramente y a balancearse en su asiento sin decir nada y poniéndose muy rojo. Parece pensativo y estreñido. Ausente.
R: Con la turca que lleva lo sorprendente es que llegue vestido.
S: Venga, Arthur, que tú no sé si tendrás un centímetro cúbico de sangre por litro de vermú en vena, majo.
R: Sí, pero yo soy un alcohólico carismático y calmo, atormentado, elegante. Este tío tiene un pedo malísimo, mírale.
S: (Mira a Hemingway descomponerse en la silla como adormilado) Bueno, yo qué sé, a lo mejor tiene faringitis.
R: Es un borracho de San Fermín, no me jodas.
H: (Despertando súbitamente) ¡Oh! ¡Pamplona! ¡Fiesta!
SOPHIA y RIMBAUD se echan un poco hacia atrás en sus asientos, asustados.
H: (Se levanta como un resorte) Mujer, voy a pedir y a cagar dentro. (Entra en el bar)
R: Encantador. Espero que dentro sea de la taza y no de los calzoncillos.
S: Brown friday.
Se ríen los dos un rato. SOPHIA llora un poco por el efecto de la guasa.
S: Ay… De todos modos a mí dentro de lo primitivo que es me parece muy sexy y masculino, ¿eh?
R: Es un jodido orangután. Te tienes que ir de aquí, vamos.
RIMBAUD se levanta y sujeta el brazo de SOPHIA instándola a levantarse.
S: No, no me puedo ir, sería una falta de cortesía imperdonable.
R: Sí, y todos sabemos que el bueno de Varondandybarrabajadós es de esos que no perdona una falta de etiqueta en la recepción del embajador. ¡Te llevo a casa!
S: Que no puedo hacer eso. ¿Tú has visto qué pobre desgraciado?
R: Sí, es de los que te sodomizan justo antes del primer beso. Vámonos.
S: (Recupera su brazo y se cruza de ambos como una niña) No, no me voy.
RIMBAUD la mira durante unos segundos. Y luego la agarra fuertemente por la cintura y la aúpa echándosela al hombro. SOPHIA comienza a dar grititos y puñetacitos en la espalda de él.
S: ¡Pero qué hostias haces!
R: Te estoy salvando la vida y probablemente el recto.
S: Bájame, Arthur, ¡peso sesenta kilos!
R: Pues una vez salí con una cantante de ópera, ¿sabes? Era como dos tús; maravillosa.
S: ¡Bájame! ¡Ya soy mayor!
Siguen caminando y salen de escena cruzando la esquina de esa guisa.
Sale HEMINGWAY con un whiskazo a la terraza vacía. Mira de un lado a otro. Se encoge de hombros y resopla ofuscado. En ese momento cruza la calle una nube de muchachos jóvenes emitiendo graznidos y “oeoeoé”s varios. Se une a ellos y salta feliz fundiéndose en la masa garrula.